Textos copiados de:
Diario: La Primera
29 de julio de 2009
El mensaje presidencial de este año fue ante todo kilométrico.
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Lo que más me sorprendió fue que entonaran la Marsellesa aprista, incluidos los versos que advierten: “la amenaza del imperialismo / a los pueblos quiere dominar”.
García debería ordenar una modificación de esa letra, que el sindicalista del Apra Arturo Sabroso escribió, copiándola, casi al pie de la letra, de la Marsellesa Anarquista.
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García sabe asimismo hasta qué punto su régimen y su partido han sido estragados por la corrupción. Es este punto no se le ocurrió idea mejor que amenazar a los corruptos con aplicarles el nuevo Código Procesal Penal y confinarlos a la selva, a una prisión “que estamos construyendo” y que es literalmente utópica, en el sentido de que carece de ubicación. No es siquiera un proyecto.
Hubiera sido mejor que indicara que a esa imaginaria colonia penal enviaría a sus ex ministros y funcionarios apristas que se han levantado millones de dólares.
Nadie puede acusar a García de carecer de imaginación. No. Su fantasía, como en lo referente a la prisión selvática, no se encierra en la cárcel estrecha de la realidad.
Su ataque rudo, impetuoso, no sólo se estrella contra el presente. Arremete también contra el futuro: está seguro de que el año 2010 creceremos seis por ciento.
¿Cómo lo sabe? Nadie lo sabe.Se guía el presidente por una brújula personal: el optimismo febril. Eso lo llevó a proclamar: “Debemos llegar al 200 aniversario de nuestra independencia como un país del primer mundo”.
Hubiera sido bueno que precisara cuántas toneladas de acero, cuántos millones de automóviles, cuántos millones de toneladas de aluminio, cuántos aviones, cuántas patentes científicas, producirá anualmente ese Perú incorporado al primer mundo.
Seamos optimistas, como buenos peruanos. Alan García sabe las cifras exactas.